- Dos tercios de las empresas creen ofrecer una compensación justa.
- El 42 % de los empleados considera justo su salario comparado con el de compañeros en funciones similares.
Fuente: SD Worx HR & Payroll Pulse 2025
Si preguntas a los empleados cómo se sienten respecto a su salario, rara vez escucharás un “Es perfecto”.
Y no es de extrañar. En organizaciones de toda Europa, la mayoría de las personas cree que cobra menos de lo que debería, incluso cuando su salario está por encima del promedio de mercado. Las subidas salariales pueden generar una sensación de progreso, pero suele ser pasajera. Así que la verdadera pregunta es: ¿puede el salario motivar de verdad a las personas y, si es así, cómo?
Según nuestro informe HR & Payroll Pulse Europe 2025, aproximadamente dos tercios de las empresas creen ofrecer una compensación justa. Sin embargo, desde el punto de vista de los empleados, la percepción es distinta. Solo el 42 % considera que su salario es justo en comparación con el de personas en puestos similares, y apenas uno de cada tres cree que las políticas retributivas en su organización son transparentes.
Esta diferencia de percepción refleja una tensión creciente. Las personas no solo cuestionan lo que ganan, sino también cómo se toman esas decisiones. ¿Qué se está recompensando? ¿Qué no? ¿Y todo esto se percibe como algo justo?
Las respuestas no siempre están en los números, sino en la estructura, la transparencia y la intención detrás de tu estrategia de compensación.
Fuente: SD Worx HR & Payroll Pulse 2025
El salario es importante, sin duda. Es la base de la seguridad financiera y uno de los factores principales a la hora de aceptar un empleo. Pero eso no significa que genere compromiso de forma automática. De hecho, cuando se abusa del incentivo económico o se aplica de forma inadecuada, puede llegar a desmotivar en lugar de motivar.
Esto ocurre porque el salario interactúa con la motivación intrínseca y extrínseca de formas complejas. Si las personas se sienten justamente compensadas, pueden centrarse en el propósito y disfrute de su trabajo. Pero si se sienten mal remuneradas, poco valoradas o sin claridad sobre cómo se determina su salario, la atención se desvía, aparecen las dudas y crece la desconfianza.
Un marco útil para entender esto es la teoría de los dos factores de Herzberg. Según esta teoría, ciertos elementos generan satisfacción (los motivadores), mientras que otros evitan la insatisfacción (los factores de higiene). El salario entra en esta segunda categoría: es un factor de higiene. Es decir, un mal salario puede desmotivar, pero mejorar el salario por sí solo no garantiza mayor compromiso.
Ahora bien, eso no significa que el salario no tenga poder. Una estrategia retributiva bien diseñada puede reforzar los valores de la organización, generar confianza y fomentar una cultura en la que las personas se sientan motivadas a contribuir.
Entonces, ¿puede el salario mejorar el rendimiento? Sí, pero depende de cómo se utilice.
Las personas se sienten motivadas cuando perciben un trato justo, una dirección clara y una conexión emocional con su trabajo. Si la política retributiva refuerza estas condiciones, deja de ser una simple transacción y se convierte en una muestra de confianza y respeto.
Y eso no implica necesariamente ofrecer más dinero. Se trata de alinear la compensación con el propósito, y asegurarse de que las personas entienden cómo y por qué se toman las decisiones.
Veamos qué hace que la compensación sea motivadora… y qué puede restarle impacto:
Una política de compensación motivadora no consiste en gastar más. Se trata de diseñar con un propósito claro. Las estrategias más efectivas comparten algunos elementos clave:
Estos elementos hacen que el salario deje de ser solo un gasto para convertirse en un motor real de motivación.
Incluso las políticas bien intencionadas pueden fallar. Algunos errores comunes incluyen:
Uno de los aspectos más olvidados de cualquier estrategia retributiva es la comunicación. Las personas no viven el salario a través de hojas de cálculo, sino a través de conversaciones.
Y en esas conversaciones, los managers juegan un papel clave. Un responsable bien formado puede explicar las decisiones con empatía, claridad y convicción. Puede ayudar a que el equipo entienda qué se ha decidido, por qué es importante y cómo puede progresar.
Un responsable sin preparación, por el contrario, puede generar confusión o desconfianza, incluso cuando la política en sí es adecuada. Por eso, formar a los managers no es un lujo. Es imprescindible para que tu estrategia de compensación funcione de verdad.
El salario, por sí solo, no convierte un equipo desmotivado en uno comprometido. Pero cuando se gestiona con equidad, transparencia y coherencia con los valores de la organización, se transforma en una herramienta poderosa. Refuerza la confianza, impulsa el rendimiento y contribuye a crear una cultura donde las personas sienten que cuentan.
Al final, no se trata solo de cuánto pagas. Se trata de lo que dice tu política retributiva sobre quién eres como organización.
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